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Declaración Doctrinal

La Biblia

Creemos que la Biblia es la inspirada, eterna Palabra de Dios, y que esa inspiración es plenaria y verbal. Tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo Testamento son inerrantes y son completos e infalibles, pues son la única revelación de Dios al hombre hoy. La Biblia debe ser creída literalmente y obedecida completamente. Es nuestra única y suficiente autoridad sobre todo asunto de fe y práctica para el creyente, y tiene el poder de transformar vidas. (Marcos 13:31; 2 Timoteo 3:16-17; 2 Pedro 1:21; Apocalipsis 22:18-19; 1 Timoteo 4:16; Hebreos 4:12-13)

 

Dios  

Creemos en un solo y verdadero Dios viviente. Dios es el supremo Soberano y Creador del universo. El existe en tres personas: Dios el Padre, Dios el Hijo, y Dios el Espíritu Santo; iguales en naturaleza, atributos divinos, y santidad, y dignos de toda confianza, obediencia, y adoración. Dios es el Sustentador de todas las cosas y un día todo hombre tendrá que rendir cuentas a Él. (Genesis 1:1; Juan 1:1-3; Isaias 44:24; Colosenses 1:16-17; Lucas 3:22; Efesios 1:17; Mateo 16:16; Hechos 5:3-5; Isaias 6:3; Hebreos 9:27-28)

 

Jesus

Creemos que Jesucristo es 100% Dios y 100% hombre, el eterno Hijo de Dios, co-existente con el Padre. Fue concebido por el Espíritu Santo y nacido de una virgen llamada María. Jesús vivió una vida sin pecado, como Dios encarnado. Creemos que Él vino para cumplir la voluntad de su Padre: morir en una cruz para pagar por los pecados de la humanidad, salvándoles del infierno. Su sangre derramada es esencial para la salvación tanto como los otros aspectos de su vida, muerte y resurrección, y Él es el único mediador entre Dios y los hombres. Creemos que Jesus está sentado a la diestra del Padre intercediendo por los creyentes y que volverá a venir como ha prometido. (Isaias 7:14; Juan 1:14; Filipenses 2:7-8; Mateo 1:18; Lucas. 1:34; Mateo. 16:13-18; 1 Pedro 1:18-19; Romanos 3:24-25; Juan 10:17-18; 1 Corintios 15:3-4; Hebreos 9:22, 10:12; Hechos 1:8-11)

 

El Espíritu Santo

Creemos en la deidad del Espíritu Santo y que Él existe como co-igual con Dios el Padre y Dios el Hijo como la tercera Persona de la Trinidad. Creemos que Él nos trae convicción del pecado, regenera al creyente, bautiza a cada creyente en el cuerpo de Cristo en el momento de la salvación, mora en cada creyente, guía, da poder, consuela y sella cada creyente hasta el día de la redención. Creemos que el Espíritu Santo es dador de los dones espirituales, los cuales son repartidos a los creyentes según Él desee. Creemos que el don de profecía, lenguas, sanidades, y milagros cesaron con la edad apostólica y que ningún don puede exigirse como señal del bautismo o plenitud del Espíritu Santo. (Hechos 5:3-5; 2 Corintios 3:18; Mateo 28:19; Hechos 2:3-4; Juan 16:8; Tito 3:5; Efesios 1:13, 4:30, 5:18; 1 Corintios 12:13; Romanos 12:6-8; Juan 14:16; 1 Corintios 13:8-10)

 

El Hombre

Creemos que el hombre es un ser creado en la imagen y semejanza de Dios, originalmente sin pecado e inocente. Creemos que fue creado para la gloria de Dios, y consiste de cuerpo, alma y espíritu. El hombre pecó voluntariamente (Adan y Eva) e incurrió la muerte tanto física como espiritual, que significa separación eterna de Dios. Desde entonces, todos los hombres son pecadores por naturaleza y después por voluntad, depravados completamente. Si no aceptan salvación por medio de Jesús, cuando mueran estarán eternamente en el infierno. El único remedio para un hombre perdido es recibir al Señor Jesucristo como su único Salvador. (Genesis 1:26-27; Salmos 139:14; Isaias 43:7; 1 Tesalonicenses 5:23; Romanos 3:10-12, 23, 5:12, 6:23; Hechos 4:12; Hebreos 9:26)

 

La Salvación

Creemos que la salvación es el único remedio para el pecado del mundo. Una persona es salva cuando se arrepiente de sus pecados y ejerza fe aceptando al Señor Jesucristo como su único y suficiente Salvador. La salvación involucra una recepción del evangelio por fe y no puede ser ganada por ninguna buena obra humana. La base de la salvación es la sangre derramada de Cristo que nos limpia de todo pecado: pasado, presente, y futuro. El momento de la salvación es obra de Dios y no del hombre; creemos que la salvación no se pierde: una vez salvo, ya siempre salvo. Somos inseparables del amor de Cristo, y sellados por el Espíritu Santo hasta el día de la redención. (Romanos 3:22-26, 5:19, 6:23, 8:35-39, 10:9; Hechos 3:19; 1 Corintios 15:1-4; Efesios 1:13, 2:1-5, 8-9; Tito 3:5; 1 Pedro 1:18-19; Hebreos 10:10; Filipenses 3:9-14)

 

La Iglesia

Creemos que la iglesia existe en dos aspectos: la iglesia como el cuerpo de Cristo, de la cual Cristo es el fundamento y cabeza, y está constituida de todos los verdaderos creyentes en Cristo como único y suficiente Salvador; y la iglesia local es un grupo de creyentes bautizados que se congregan regularmente para adorar y servir al Señor. La iglesia local debe ser autónoma, gobernándose a sí misma sin ninguna organización eclesiástica en autoridad sobre ellos. La iglesia fue establecida en el Nuevo Testamento. La mayoría de las referencias de la iglesia en la Biblia se refieren a la iglesia local. (1 Corintios 12:12-14; Efesios 1:22-23; 1 Corintios 3:11; Hechos 2:42, 47; Gálatas 1:2; I Tesalonicenses 1:1; Filemón 2)

Creemos que la iglesia tiene la responsabilidad de observar dos ordenanzas: el bautismo y la Santa Cena. El bautismo de los creyentes por inmersión es un testimonio y símbolo de la regeneración y unión con Cristo en Su muerte, Su sepultura y Su resurrección. El bautismo es el primer acto de obediencia para el creyente y requisito previo para membresía en la iglesia local. La Cena del Señor es un símbolo de la sangre derramada y cuerpo quebrantado del Señor Jesucristo anunciando la muerte del Señor hasta que Él venga. Servimos jugo de uva y  pan sin levadura para representar la sangre y el cuerpo de Cristo. Es un mandato para cada creyente, para ser celebrada en la iglesia local, y precedida por una auto-examinación personal. (Mateo 3:18, 28:19-21; Hechos 2:41-42, 8:36-38; Mateo 26:26-28; 1 Corintios 11:23-30; Lucas 22:19)

 

La Obra de la Iglesia

Creemos que la iglesia tiene una comisión de Dios de predicar el evangelio en todo el mundo, hacer discípulos, bautizándoles y enseñándoles todas las cosas que Cristo mandó según la Biblia. Creemos que esta comisión es una obra colectiva y de compañerismo donde los miembros de la iglesia trabajan juntos. Tienen la responsabilidad de orar y apoyar económicamente a los misioneros de la iglesia para así poder participar en la Gran Comisión “hasta lo último de la tierra." Creemos que la iglesia también tiene la responsabilidad de contender por la fe y edificar a los miembros del cuerpo de Cristo. (Mateo 28:19-20; Hechos 1:8; Romanos 10:13-15; Judas 3; Efesios 4:11-16)

 

La Separación

Creemos que la separación bíblica incluye que la iglesia local se separa de cualquiera asociación o compañerismo con: 1) los que niegan los fundamentos básicos de la fe, los que enseñan y practican tradiciones y doctrinas extra-bíblicas, los que practican el ecumenismo, o cualquier forma de apostasía. 2) los que practican la mundanalidad o pecado que dañe tanto la comunión con el Señor, como el testimonio que tenemos como hijos de Dios ante el mundo. (2 Timoteo 2:16-19; 1 Timoteo 6:3-6; Romanos 16:17; 1 Timoteo 1:18-20; 2 Crónicas 19:2; 2 Tesalonicenses 3:6, 14; Tito 3:10-11; 2 Juan 9-11; Gálatas 1:8; Romanos 12:1-2; 1 Juan 2:15-17; 1 Corintios 6:19-20; Santiago 4:4; Efesios 5:10) Por lo tanto, creemos que tenemos que rechazar los siguientes movimientos: carismático, ecuménico, la nueva era, la teología de la liberación, el liberalismo, el modernismo, y el humanismo.

 

La Segunda Venida de Cristo y Eventos Futuros

Creemos en la esperanza bienaventurada que es la venida personal y corporal, inminente y pre-milenial de nuestro Señor y Salvador Jesucristo para arrebatar a Su Iglesia antes de la tribulación; después de la gran tribulación, volverá corporalmente y visiblemente para establecer el reino milenio, durante el cual Satanás será atado y Dios cumplirá literalmente todas las promesas hechas a Israel y se terminará el tiempo de los Gentiles. Después del milenio, Satanás será suelto y saldrá para reunir a Gog y Magog a la batalla contra Jerusalén, pero Dios destruirá al ejército, echará a Satanás en el lago de fuego, literalmente destruirá el cielo y la tierra, y congregará a los muertos para presentarles delante del juicio del Gran Trono Blanco. Por fin, Dios hará nuevos los cielos y la tierra y la nueva Jerusalén descenderá del cielo a la tierra donde los santos morarán y adorarán a Dios eternamente. (1 Tesalonicenses 4:16-18; Tito 2:13; Mateo 24:29-30; Apocalipsis 19:11-16, 20:1-15, 21:1-5)

 

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